A veces resulta difícil dejar de ver a un
hijo como a un niño. De todos modos y en muchos sentidos, los adolescentes de
hoy en día se están desarrollando mucho más deprisa que nunca. Adquieren
información sobre la violencia y el sexo a través de los medios de comunicación
y de sus pares, pero muy raramente disponen de todos los datos necesarios. Por
eso es tan importante que hable con su hijo sobre el sexo y, en concreto, sobre
las enfermedades de trasmisión sexual (ETS).
Los adolescentes son uno de los grupos con
mayor riesgo de contraer este tipo de enfermedades. Usted puede ayudar a su
hijo a mantenerse sano conversando con él y compartiendo una información
sumamente importante sobre las enfermedades de trasmisión sexual y su
prevención.
No obstante, antes de abordar un tema tan
delicado, es importante que se asegure de que no solo sabe qué le va a decir,
sino también cómo y cuándo se lo va a decir.
El momento oportuno lo es todo
Nunca es demasiado tarde para conversar con
su hijo sobre las enfermedades de trasmisión sexual, incluso aunque ya sea un
adolescente. Una conversación tardía es mejor que no conversar en absoluto
sobre el tema. De todos modos, el mejor momento para empezar a mantener este
tipo de conversaciones es durante la pre-adolescencia.
Por descontado, la edad exacta variará en
función del niño. Algunos niños de 9 años son más conscientes de los temas
sexuales que otros de 11 años. Usted deberá saber interpretar las pistas que le
envíe su hijo.
Independientemente de cuántos años tenga, si
empieza a hacer preguntas sobre el sexo, será un buen momento para hablar con
él sobre las enfermedades de trasmisión sexual.
Las preguntas son un buen punto de partida
para iniciar una conversación. Cuando los niños sienten curiosidad, están mucho
más abiertos a escuchar lo que sus padres les quieren explicar.
Pero no todos los niños formulan preguntas
relacionadas con el sexo a sus padres. Una forma de iniciar la conversación es
basarse en algún aspecto que aparezca en algún medio de comunicación, como un
programa de televisión o un artículo periodístico, y preguntarle a su hijo qué
opina al respecto.
Otra forma de iniciar la conversación es
empezar hablándole a su hijo sobre la vacuna contra el virus del papiloma
humano (VPH). Esta vacuna es recomendable para preadolescentes de ambos géneros
y aporta la mejor protección contra la infección si la serie de inyecciones se
administra antes de que una persona empiece a mantener relaciones sexuales.
La forma más segura de entablar un diálogo
sano es establecer una vía de comunicación lo antes posible. Si los padres no
están dispuestos a hablar sobre el sexo u otros temas personales cuando sus hijos
son pequeños, será mucho menos probable que éstos acudan a ellos cuando sean
mayores y tenga dudas e inquietudes sobre ese tipo de temas.
Dedique tiempo a conversar con su hijo desde
el principio y más adelante le resultará mucho más fácil abordar temas como el
sexo porque él se sentirá más a gusto compartiendo sus ideas con usted.
Consejos
para conversar sobre las enfermedades de trasmisión sexual
Para que hablar sobre las enfermedades de
trasmisión sexual les resulte un poco más fácil, tanto a usted como a su hijo,
haga lo siguiente:
Infórmese. Las
enfermedades de trasmisión sexual pueden ser un tema alarmante y que genera
confusión, de modo que puede resultarle útil informarse bien sobre su
trasmisión y su prevención a través de la lectura de fuentes fiables. No le
interesa transmitir a su hijo informaciones erróneas y el hecho familiarizarse
con el tema le ayudará a sentirse más cómodo. Si su hijo le pide información
sobre algún tema del que no está seguro, obtenga la respuesta en una fuente
fiable e informe a su hijo a continuación.
Pregunte
a su hijo qué sabe sobre las enfermedades de trasmisión sexual y qué más le
gustaría saber. De todos modos, recuerde lo siguiente:
los niños, por lo general, saben más de lo que se imaginan sus padres, aunque
gran parte de esa información puede ser incorrecta. Los padres deben
proporcionarles una información correcta y precisa para que sus hijos puedan
tomar decisiones acertadas y protegerse.
Pregunte
a su hijo qué piensa sobre las escenas sexuales de la televisión y el cine y
use esas situaciones ficticias como una forma de iniciar una conversación sobre
el sexo seguro y las conductas que entrañan riesgos importantes.
Anime a su hijo a expresar cualquier temor,
inquietud, duda o preocupación que puedan tener sobre este tema.
Transmita
a su hijo la idea de que es él quienes lidera la conversación, en vez de usted,
escuchando sus opiniones sobre cualquier tema que surja. Si
deja que las preguntas de su hijo fluyan espontáneamente y guíen la
conversación, esta resultará mucho más productiva que si se ajusta a un
programa preestablecido o se limita a darle un sermón.
Explíquele que la única forma segura de no
contraer una enfermedad de trasmisión sexual es no mantener relaciones sexuales
ni contacto íntimo alguno con otras personas aparte de las que se
mantienen en el seno de una relación monógama y comprometida, como el
matrimonio. Las personas que mantienen relaciones sexuales deben utilizar
preservativos en todas las ocasiones para protegerse contra las enfermedades de
trasmisión sexual, incluso aunque utilicen otro método anticonceptivo. La
mayoría de los preservativos están fabricados con látex, aunque existen
preservativos de poliuretano para hombres y mujeres que sean alérgicos al
látex.
Preguntas
frecuentes sobre las enfermedades de trasmisión sexual
Dependiendo de lo que su hijo haya oído en
boca de sus amigos y a partir de los medios de comunicación, lo más probable es
que sus preguntas sean bastante directas, por ejemplo:
¿Qué es una ETS? Una ETS es una
enfermedad de trasmisión sexual.
¿Cómo se contagia? Estas infecciones y
enfermedades se trasmiten de una persona a otra a través del sexo anal, oral o
vaginal. También se pueden propagar a través de los dedos u otros objetos que
hayan entrado en contacto con los genitales o los fluidos corporales de una
persona infectada.
¿Cómo afectan las enfermedades de trasmisión
sexual al cuerpo de una persona? El tipo de enfermedad de trasmisión
sexual determinará qué tipo de síntomas, en caso de que los haya, presentará
una persona. Algunas enfermedades de trasmisión sexual prácticamente no
provocan síntomas, mientras que otras pueden cursar con secreciones vaginales o
del pene, llagas o dolor. Pero, incluso aunque no curse con síntomas, si una
enfermedad de trasmisión sexual no se trata puede provocar lesiones en los
órganos internos y desencadenar problemas de salud a largo plazo, como la
esterilidad o el cáncer. Por este motivo, cualquier persona que suela mantener
relaciones sexuales (sean vaginales, orales o anales) necesita hacerse pruebas
para saber si padece alguna enfermedad de trasmisión sexual.
¿Las enfermedades de trasmisión sexual se
pueden curar o se padecen para siempre? Algunas enfermedades de trasmisión
sexual, como la clamidia y la gonorrea, se pueden curar con antibióticos, pero
hay otras, como el herpes o el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), que
no tienen cura.
¿Se puede afirmar que las personas que
contraen enfermedades de trasmisión sexual son malas en cierto sentido? Contraer
una enfermedad de trasmisión sexual no significa ser una mala persona; lo único
que significa es que el afectado necesita aprender a prevenir este tipo de
infecciones en el futuro.
¿Se puede saber si una persona tiene una
enfermedad de trasmisión sexual con tan solo mirarla? Mucha gente ni si
quiera sabe que está infectada por una enfermedad de trasmisión sexual. Aunque
pueden haber signos visibles alrededor de los genitales en ciertos tipos de
enfermedades de trasmisión sexual, como las verrugas genitales y el herpes
genital, la mayoría de las veces no hay ninguna forma de saber si una persona
padece una enfermedad de trasmisión sexual solo con mirarla.
El mejor enfoque consiste en responder a
éstas y otras preguntas de la forma más abierta posible. Corregir con
delicadeza la información errónea que su hijo pueda tener sobre este tema
también es algo que depende de usted. Responda siempre a sus preguntas con
sinceridad y sin dramatizar demasiado las cosas.
Aunque pueda resultarle difícil, trate de no
exaltarse demasiado y de no sermonear a su hijo. A usted le interesa que su
hijo sepa que puede contar con usted para que lo ayude y apoye, no para que lo
condene.
Encontrar
información fiable
Es posible que no le resulte sencillo
comunicarse con su hijo, pero es algo necesario. Si usted siempre se muestra
dispuesto a hablar con él, las conversaciones fluirán con mayor facilidad. Los
textos o publicaciones que le facilite el pediatra de su hijo u organizaciones
como Planned Parenthood (Planificación Familiar) pueden ofrecerle
respuestas fiables.
Además, hay sitios de Internet, como
TeensHealth.org, que abordan las enfermedades de trasmisión sexual y el sexo en
el lenguaje propio de los adolescentes. El hecho de consultarlos junto con su
hijo puede ayudarles, tanto a usted como a él, a iniciar una conversación sobre
el tema que nos ocupa.
El centro de enseñanza de su hijo también
puede ser una fuente de información. Averigüe cuándo se tratará el tema de la
sexualidad en la asignatura de salud o de ciencias y lea los textos que le
enseñarán. La Asociación de Padres del centro de estudios de su hijo es posible
que incluso organice sesiones sobre cómo conversar con los adolescentes, donde
usted puede intercambiar consejos y experiencias con otros padres.
No evite hablar sobre las enfermedades de
trasmisión sexual o el sexo por temor a que, al conversar sobre el tema, su
hijo tenga más ganas de iniciarse en las actividades sexuales. Los adolescentes
bien informados sobre el sexo no están más predispuestos a mantener este tipo
de relaciones que quienes no lo están pero, cuando empiezan a mantenerlas,
tienen muchas más posibilidades de practicar sexo seguro.
Si intenta seguir estas pautas pero sigue
sintiéndose incómodo o molesto al hablar sobre las enfermedades de trasmisión
sexual con su hijo, asegúrese de que éste puede conversar con alguien que le
proporcione una información acertada y precisa sobre el tema: un médico, un
orientador escolar, el personal de enfermería de su centro de estudios, un
profesor u otro miembro de la familia.
Los niños y los adolescentes deben recibir
información sobre las enfermedades de trasmisión sexual y es mejor que la
reciban de una persona de confianza en vez de obtenerla por su cuenta.
Revisado
por: Larissa
Hirsch, MD
Fecha de la revisión: agosto de 2011
Fecha de la revisión: agosto de 2011