Un
Problema Crónico
Inspire larga y profundamente... ahora.
Inhale despacio hasta que no le quepa más aire en los pulmones... y luego vaya
soltando el aire poco a poco... ahhh. La respiración se experimenta como algo
tan natural que es fácil darla por sentada, ¿verdad?
Por lo general, el aire que usted respira
entra sin dificultad por la nariz o la boca, después baja por la tráquea y los
bronquios hacia el interior de los pulmones, y, por último, llega a unos
pequeños racimos de saquitos de aire denominados "alvéolos". Aquí, el
oxígeno se intercambia por el dióxido de carbono de la sangre.
Ahora pruebe otra cosa: corra durante 3
minutos. A continuación, introduzca una pajita en su boca, cierre los labios e
intente inspirar y espirar... pero sólo a través de la pajita. Ya no resulta
tan fácil, ¿verdad? Ahora, estreche la pajita presionando un poco en la parte
central. ¿Le resulta aún más difícil respirar?
Eso es lo que siente alguien cuando intenta
respirar durante una crisis asmática (también llamada "ataque, brote o
episodio de asma"). Durante una crisis
asmática, las vías respiratorias se estrechan y se obstruyen, lo que
dificulta el paso del aire. El asma puede ser atemorizante (y, si no se
controla, puede poner en peligro la vida de quien la padece).
Más de 23 millones de personas padecen esta
enfermedad en los Estados Unidos. De hecho, es la razón principal por la cual
los niños faltan a la escuela una y otra vez. Y las crisis asmáticas son uno de
los motivos más comunes de visita a las urgencias pediátricas debido a
enfermedades crónicas.
Algunos niños sólo tienen síntomas leves u
ocasionales, o únicamente presentan síntomas después de hacer ejercicio. Otros
padecen asma grave, que, si no se trata, puede limitar en gran medida su nivel
de actividad y provocar cambios en la función pulmonar.
Sin embargo, gracias a los nuevos
medicamentos y estrategias de tratamiento, un niño con asma ya no necesita
quedarse al margen de la actividad ni los padres deben preocuparse todo el
tiempo por su bienestar.
Con una correcta educación de los pacientes y
un buen plan de tratamiento, las familias pueden aprender a controlar los
síntomas y las crisis asmáticas sin tanta ayuda, para que tanto los hijos como
los padres lleven una vida casi normal.
Causas
y descripción de las crisis asmáticas
El asma es una enfermedad pulmonar crónica
que causa una inflamación de las vías respiratorias, lo que provoca síntomas
como tos, resuello y falta de aire. Cualquier persona puede tener asma,
incluyendo a los bebés y los adolescentes. La tendencia a desarrollar asma
suele tener una base hereditaria.
Muchos niños que padecen asma pueden respirar
con normalidad durante semanas o meses entre una crisis y otra. Por lo general,
las crisis ocurren sin previo aviso. De hecho, una crisis asmática suele
desarrollarse a lo largo del tiempo, lo que supone un proceso complejo de
obstrucción progresiva de las vías respiratorias.
Todos los niños que padecen asma tienen las
vías respiratorias inflamadas; esto significa que se hinchan y producen grandes
cantidades de mucosidad espesa. Por otra parte, las vías respiratorias de los
niños asmáticos son hipersensibles o hiperreactivas a determinados
desencadenantes.
Cuando los músculos que rodean las vías
respiratorias están expuestos a estos desencadenantes, suelen contraerse, lo
cual vuelve aún más estrechas las vías respiratorias ya taponadas. Los factores
que desencadenan las crisis asmáticas varían de una persona a otra. Entre los
desencadenantes más habituales, se incluyen el ejercicio, las alergias, las
infecciones virales y el humo.
Por
lo tanto, una crisis asmática responde a tres cambios importantes que afectan
las vías respiratorias:
-
Hinchazón de las paredes de las vías respiratorias
-
Exceso de mucosidad, que provoca congestión y formación de tapones mucosos que
quedan atrapados en las vías respiratorias estrechadas
- Bronconstricción: la
contracción de los músculos que rodean las vías respiratorias
La suma de estos tres factores —la hinchazón,
el exceso de mucosidad y la broncoconstricción— estrecha las vías
respiratorias, lo cual dificulta el paso del aire (como cuando respiramos a
través de una pajita). Durante una crisis asmática, un niño puede tener tos,
resuello (un sonido sibilante en el pecho cuando respira), opresión en el
pecho, aceleración de la frecuencia cardíaca, sudoración y falta de aire
¿Cómo
se diagnostica el asma?
El diagnóstico del asma puede ser un proceso
largo y complejo porque no todos los niños con asma presentan los mismos
síntomas. Por ejemplo, algunos niños tosen durante toda la noche, pero parecen
encontrarse bien durante el día, mientras que otros padecen con frecuencia
catarros de pecho que resultan difíciles de curar. Es bastante habitual que un
niño presente estos síntomas durante meses antes de que lo vea un médico.
Para dar un diagnóstico de asma, el médico
tendrá que descartar otras causas posibles de los síntomas del niño. A tal
efecto, formulará preguntas a los padres sobre los antecedentes familiares de
asma y alergias, examinará al niño y tal vez solicite algunas pruebas de
laboratorio, como radiografías de tórax, análisis de sangre y pruebas cutáneas
de alergia.
Durante
el proceso, los padres deberán facilitar al médico información detallada sobre
lo siguiente:
-
Síntomas: su intensidad, cuándo y dónde aparecen, con qué frecuencia se
presentan, cuánto duran y cómo remiten
-
Alergias: la historia de alergias del niño y de la familia
-
Enfermedades: con qué frecuencia se resfría el niño, la gravedad de estos
resfriados y cuánto duran
-
Desencadenantes: exposición a sustancias irritantes y a alérgenos,
cambios de vida o acontecimientos estresantes recientes, u otros factores que
parezcan desencadenar las crisis
Esta información ayudará al médico a entender
el patrón de síntomas del niño, lo que permitirá definir el tipo de asma que
padece y cuál es el mejor tratamiento.
Para confirmar el diagnóstico de asma, es
posible que el médico quiera evaluar la capacidad respiratoria del niño
utilizando un espirómetro,
un aparato que analiza el flujo de aire que pasa a través de las vías
respiratorias. El espirómetro también se utiliza para comprobar si los
problemas respiratorios del niño remiten con la medicación, una de las
principales características del asma.
El médico puede anotar la medición del
espirómetro, administrar al niño la medicación que abre las vías respiratorias
y después hacer otra medición para comprobar si la respiración mejora con la
medicación. Si la medicación corrige de manera significativa el estrechamiento
de las vías respiratorias, como indicaría la mejora del flujo respiratorio,
habrá muchas probabilidades de que el niño tenga asma.
Una vez que el niño haya sido diagnosticado,
la familia deberá aprender a controlar el asma, para que el asma no controle a
la familia. Trate de saber todo lo posible sobre esta enfermedad y aprenda a
identificar y eliminar los factores que la desencadenan.
Ayude a su hijo a llevar un registro del asma,
a desarrollar y seguir un plan de acción, y a tomar la medicación según las
indicaciones del médico. Además, se puede utilizar en el hogar un medidor de
flujo espiratorio máximo, un aparato portátil que mide la capacidad
respiratoria. Cuando las mediciones de flujo espiratorio máximo descienden,
significa que está aumentando la inflamación en las vías respiratorias.
Más
información
ASMA
INDUCIDO POR EJERCICIO
Los niños que tienen asma inducido por
ejercicio (AIE) desarrollan síntomas de asma después de practicar actividades
vigorosas, como correr, nadar o andar en bicicleta. Algunos de estos niños
desarrollan los síntomas sólo después de hacer ejercicio físico, mientras que
en otros el asma también responde a otros desencadenantes. Con la medicación
adecuada, la mayoría de los niños con AIE pueden hacer deporte como cualquier
otro niño.
Por lo general, el médico puede diagnosticar
el AIE sólo a partir de la historia clínica del paciente, pero a veces es
preciso realizar otros estudios para confirmar el diagnóstico, como una prueba
de esfuerzo en un laboratorio de la función pulmonar. Es posible que el médico
quiera determinar la tolerancia del niño a un ejercicio en concreto, ya que no
todos los tipos de ejercicio y sus intensidades afectan a los niños con AIE del
mismo modo.
Si el ejercicio es el único desencadenante de
las crisis asmáticas del niño, el médico podría recetarle una medicación para
tomar antes de hacer ejercicio, a fin de prevenir el estrechamiento de las vías
respiratorias. Por supuesto, incluso después de tomar esta medicación
preventiva, el niño puede presentar una crisis asmática.
Los padres (o los hermanos mayores) deben
llevar la medicación de rescate apropiada a todos los partidos y actividades
físicas en que participe el niño, y el personal de enfermería de la escuela,
así como sus profesores, instructores y entrenadores, deberán estar informados
sobre el asma que padece el niño, en especial para que éste pueda medicarse en
la escuela cuando lo necesite.
ASMA
ALÉRGICA
No todos los niños con asma tienen asma
alérgica, pero se ha estimado que entre el 75% y el 85% de las personas con
asma padecen algún tipo de alergia. Aunque los principales desencadenantes del
asma en los niños son los catarros y la gripe o el ejercicio, las alergias a
veces pueden desempeñar un papel, aunque limitado, en el agravamiento del
trastorno.
¿Cómo puede una alergia desencadenar una
crisis asmática en los niños que padecen asma? Los niños heredan de sus padres
la propensión a tener alergias. Ante cualquier tipo de alergia, el sistema
inmunológico reacciona de manera exagerada a alérgenos que suelen ser
inofensivos. Estas sustancias, como el polen, pueden provocar reacciones
alérgicas en algunas personas. Como parte de esa reacción exagerada, el
organismo produce un anticuerpo, la inmunoglobulina E (IgE), que, cuando el
organismo está expuesto al alérgeno, lo reconoce y se adhiere a él.
Cuando eso ocurre, se pone en marcha un
proceso que desencadena la liberación de ciertas sustancias en el organismo.
Una de ellas es la histamina, la cual causa síntomas alérgicos que afectan a
los ojos, la nariz, la piel, el tracto gastrointestinal o los pulmones. Cuando
se ven afectadas las vías respiratorias, pueden aparecer los síntomas del asma.
La histamina que se libera es responsable de
conocidos síntomas asociados a algunas alergias, como los estornudos, el moqueo
de nariz y los ojos llorosos, mediante los cuales el organismo intenta librarse
del alérgeno invasor. En los niños que padecen asma, la histamina también puede
desencadenar síntomas y episodios asmáticos.
Una vez que un alergista identifica el tipo
de alergia, el mejor tratamiento es evitar, en la medida de lo posible, exponerse
a los alérgenos. Las medidas de control ambiental para el hogar pueden ayudar a
reducir esta exposición. Cuando es imposible evitarlos, pueden recetarse
antihistamínicos para bloquear la liberación de histamina en el organismo.
Los esteroides nasales se recetan para
impedir la inflamación alérgica de la nariz. En algunos casos, un alergista
puede recomendar la inmunoterapia, una serie de vacunas para la alergia que
lograrán que el organismo vaya volviéndose insensible a determinados alérgenos.
Tipos
de asma
Los síntomas de un niño se pueden categorizar
en uno de cuatro tipos principales de asma, cada uno de ellos con diferentes
características y asociados a distintos enfoques terapéuticos.
ASMA
LEVE INTERMITENTE
Cuando un niño presenta episodios breves de resuello, tos o dificultad para respirar con una frecuencia no superior a dos crisis por semana, se dice que padece asma leve intermitente. El niño no suele presentar síntomas entre episodios, salvo una o dos veces al mes, en cuyo caso tendrá síntomas nocturnos leves.
ASMA
LEVE PERSISTENTE
Cuando un niño presenta episodios de resuello, tos o dificultad para respirar con una frecuencia superior a dos crisis por semana pero inferior a una vez al día, se dice que padece asma leve persistente. El niño tiene síntomas nocturnos por lo menos dos veces al mes y las crisis asmáticas pueden repercutir sobre su actividad física.
ASMA
MODERADA PERSISTENTE
Los niños con asma moderada persistente presentan síntomas de asma a diario y tienen que medicarse todos los días. Los síntomas nocturnos ocurren más de una vez a la semana. Las crisis asmáticas ocurren más de dos veces por semana, duran varios días y suelen afectar la actividad física.
ASMA
GRAVE PERSISTENTE
Los niños con asma grave persistente presentan síntomas todo el tiempo. Suelen tener crisis asmáticas que pueden requerir tratamiento urgente e incluso hospitalización. Muchos niños con asma grave persistente presentan síntomas nocturnos frecuentes y sólo pueden realizar una actividad física limitada.
Todo niño a quien se le haya diagnosticado
asma debe seguir un plan personalizado para controlar los síntomas de este
trastorno (conocido como plan de
acción contra el asma). También debe tenerse en cuenta el asma leve,
ya que existe inflamación de las vías respiratorias entre una crisis y otra.
Como el asma puede empeorar o mejorar a lo largo del tiempo, el cuadro de un
niño podrá pasar de una categoría a otra y requerir el tratamiento
correspondiente.
Actualizado
por: Elana Pearl
Ben-Joseph, MD
Fecha de la revisión: agosto de 2011
Fecha de la revisión: agosto de 2011