Significa inflamación del
hígado. Este órgano, situado debajo del pulmón derecho y protegido por las
costillas, hace las funciones de laboratorio central del cuerpo, centro
depurador de muchas sustancias y fabricante de otras, como factores de la
coagulación, y también es pieza fundamental en la digestión de los alimentos
(fabricación de la bilis) y especialmente en su asimilación por el organismo,
pues todo lo que se absorbe en el intestino, pasa primeramente por el hígado
para ser allí tratado.
La inflamación trae como consecuencia
que el hígado no pueda realizar a pleno rendimiento sus muchas tareas y esto
puede provocar síntomas, que dependerán del grado y tipo de inflamación, aunque
no son raras las formas asintomáticas y que sólo se detectan accidentalmente
por un análisis de sangre.
En función de la duración de la
enfermedad se clasifican en agudas, si duran menos de 6 meses y crónicas, si
persisten al cabo de un semestre.
Con gran diferencia, la causa más
frecuente de las hepatitis en los niños es infecciosa, es decir, provocada por
microbios y, dentro de éstos, los virus se llevan la palma. Gran número de
estos gérmenes pueden dar lugar a alteraciones hepáticas transitorias y sin
ninguna importancia, durante las infecciones que nos producen y que se
manifiestan con síntomas de otro origen, como respiratorios o
gastrointestinales, pero los productores más característicos de hepatitis son
los llamados virus A, virus B y virus C.
·
La hepatitis A ha
sido tradicionalmente en España la hepatitis más frecuente en chavales y
adolescentes. Se transmite mediante la ingestión del virus procedente de las
heces de otra persona que está infectada (transmisión fecal-oral) y cuando
produce síntomas, pues es frecuente pasar la infección sin dar ninguna señal,
especialmente en los más pequeños, provoca la clásica ictericia (color amarillo
de la piel), con deposiciones pálidas y orinas oscuras, dolor de vientre en la
zona del hígado y fiebre. Salvo algunos casos, afortunadamente poco comunes, la
enfermedad cura completamente al cabo de una larga temporada (semanas) y no
deja ninguna secuela. En la actualidad ha disminuido notablemente la detección
de casos de hepatitis A en España, debido fundamentalmente a la mejoría de las
condiciones socio-sanitarias e higiénicas de nuestro país.
·
La hepatitis B es un
problema muy diferente. Es fundamentalmente una enfermedad de transmisión
sexual (venérea), aunque se puede transmitir de madre a hijo en el embarazo o
el parto, y también por contacto sangre-sangre. Los síntomas que produce suelen
ser menos aparatosos que los de la enfermedad provocada por el virus A, pasando
a veces desapercibida, pero, y aquí está lo importante, el virus B tiene
tendencia a permanecer dentro del organismo (10%) dando lugar en ocasiones a
alteraciones del hígado persistentes (hepatitis crónica) y favoreciendo la
aparición de cáncer de hígado. Además, las personas portadoras del virus, aún
no teniendo hepatitis en ese momento, son una fuente de contagio para los
demás.
·
La hepatitis C se transmite
principalmente por contacto sangre-sangre (transfusiones sanguíneas o por
compartir jeringuillas entre adictos a drogas administradas por vía
intravenosa), pero sólo raramente por vía sexual o por transmisión de madre al
feto. No obstante, en la mayor parte de los casos de niños y adolescentes con
hepatitis C, no se puede identificar cuál ha sido la forma de contagio. Este
tipo de hepatitis vírica se suele hacer crónica (50%), siguiendo frecuentemente
un curso en forma de brotes o reactivaciones sucesivas.
·
Otras menos habituales, especialmente
en los niños, son la hepatitis D (o delta), de transmisión sanguínea y que sólo
afecta a los que ya sufren una hepatitis por virus B, agravando su evolución, y
la hepatitis E, que se contagia como la provocada por el virus A (vía
fecal-oral) y que no suele cronificarse.
Fuera de las causas infecciosas, es
conveniente tener presente que el hígado puede también resultar inflamado por
determinados fármacos (hepatitis medicamentosas) o por sustancias como el alcohol
(hepatitis tóxicas).
¿Cómo se detecta?
Los síntomas clásicos son: fiebre,
ictericia (con orina oscura y heces pálidas), náuseas, dolor abdominal,
malestar e inapetencia, a veces también dolores en las articulaciones e incluso
erupción en la piel. Pero estas manifestaciones no siempre están presentes,
pues, como se comentó, no son raras las formas con pocos síntomas (o ninguno
aparente), especialmente en los niños pequeños.
El médico podrá detectar, palpando el
abdomen del niño, el posible aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia) y a
veces también del bazo (esplenomegalia).
La confirmación de si se tiene o no
una hepatitis, se realiza por medio del análisis de las transaminasas. Éstas
son unas sustancias que cuando aumentan en la sangre por encima de ciertos
niveles, indican inflamación activa del hígado, es decir hepatitis, aunque no
aclaran la causa.
Para investigar el origen de la
enfermedad, en ocasiones habrá que hacer pruebas serológicas (determinación de
anticuerpos en sangre) y/o de otros tipos
¿Cómo se trata?
Las hepatitis infecciosas producidas
por virus (A, B, C, etc.) no tienen un tratamiento específico eficaz. Los niños
se curan "cuando les toca curar". No es preciso, como antaño se
recomendaba, mantener reposo en cama durante la enfermedad; será el propio niño
o adolescente quien fije, en función de la intensidad de su decaimiento, su
grado de actividad. Deben evitarse sustancias que podrían dañar a un hígado
inflamado, como ciertos medicamentos (paracetamol) y sustancias como el
alcohol, en los adolescentes y adultos. No es tampoco necesario llevar ningún
tipo de dieta estricta, y es que además es frecuente la inapetencia, sobre todo
al principio de la enfermedad.
¿Cómo prevenirla?
El mejor método para la prevención de
la hepatitis A es un adecuado control sanitario (fuentes del agua para consumo
y preparación de los alimentos) y la higiene (especialmente el lavado de manos
después de cambiar a los niños pequeños en guarderías y escuelas infantiles).
Existe una vacuna eficaz comercializada en nuestro país, pero por el momento
sólo se indica en casos especiales, como contactos domiciliarios de enfermos,
enfermos crónicos del hígado, viajeros a zonas endémicas (niños inmigrantes que
vuelven de vacaciones a sus países de origen), etc., si bien en Cataluña, como excepción,
se administra de forma rutinaria a todos los adolescentes, junto con la vacuna
contra la hepatitis B.
La vacunación universal contra la
hepatitis B, implantada desde hace algunos años en España en los lactantes y/o
adolescentes, está provocando una disminución drástica en la aparición de
nuevos casos. Otra medida de control, implantada también en nuestro territorio,
es realizar análisis en el embarazado para detectar a las madres portadoras del
virus B y, en este caso, reforzar el tratamiento preventivo del recién nacido
administrándole gammaglobulina específica, además de la vacuna.
En el caso de la hepatitis C, no
existe por el momento una vacuna eficaz. Las medidas preventivas se
circunscriben a evitar el posible contagio, por medio del control de los
productos sanguíneos empleados en las transfusiones (como también en los casos
de la hepatitis B y el sida) y en recomendar, en los adultos, no compartir
nunca jeringas y practicar "sexo seguro".
¿Cuándo puede ir su hijo a la
guardería o al colegio?
Los niños afectados de hepatitis A y
con más razón los que necesiten pañales, no deben acudir a la guardería o la
escuela hasta una semana después del inicio de la enfermedad, y además se
deberá informar rápidamente del diagnóstico, para que se pueda valorar la
necesidad de medidas preventivas complementarias para otros niños asistentes al
centro y para los cuidadores adultos.
En el caso de las hepatitis B y C, no
debe establecerse ningún límite en el acceso a colegios y guarderías, salvo
casos excepcionales (conducta anormalmente agresiva -por peligro de
mordeduras-, heridas sangrantes, etc.).
Las hepatitis no infecciosas
(tóxicas, medicamentosas, etc.) no resultan contagiosas y no precisan, por
tanto, de medidas de control relacionadas con la asistencia escuela o el
contacto con otras personas.
Fuente: En Familia