Neumonía.


     La neumonía es un término general que hace referencia a una infección de los pulmones, que puede ser provocada por diversos microorganismos, entre los que se incluyen virus, bacterias, hongos y parásitos.

     La mayoría de los casos de neumonía son provocados por virus, tales como el adenovirus, el rinovirus, el virus de la influenza (gripe), el virus sincicial respiratorio (RSV, en inglés) y el virus para influenza (que provoca crup).

     A menudo, la neumonía comienza después de una infección de las vías respiratorias superiores (una infección de la nariz y la garganta), y los síntomas de la neumonía comienzan 2 ó 3 días después de un resfriado o dolor de garganta.

SIGNOS Y SÍNTOMAS

     Los síntomas pueden variar según la edad del niño y la causa de la neumonía, pero entre los más comunes se incluyen:

ü  fiebre
ü  escalofríos
ü  tos
ü  congestión nasal
ü  respiración atípicamente rápida (en algunos casos, este es el único síntoma)
ü  respiración con  sibilancias
ü  dificultad para respirar que provoca que los músculos de las costillas se retraigan (cuando los músculos debajo de la caja torácica o entre las costillas se atraen con cada respiración) y produce aleteo nasal
ü  vómitos
ü  dolor de pecho
ü  dolor abdominal
ü  disminución de la actividad
ü  falta de apetito (en niños mayores) o alimentación deficiente (en lactantes) que puede producir deshidratación
ü  coloración azulada o grisácea en los labios y las uñas, casos extremos
ü   
     Cuando la neumonía se presenta en la parte inferior de los pulmones, cerca del abdomen, puede producir fiebre y dolor abdominal o vómitos, aunque no produce problemas respiratorios.

     Los niños con neumonía provocada por bacterias por lo general se enferman bastante rápidamente y comienzan con fiebre alta repentina y respiración particularmente rápida.

Los niños con neumonía provocada por virus probablemente tendrán síntomas que aparecen de manera más gradual, y son menos graves, pero la sibilancia puede ser más común en la neumonía viral.

     Algunos tipos de neumonía producen síntomas que dan señales importantes acerca del germen que causa la enfermedad. Por ejemplo, en los niños de mayor edad y los adolescentes, la neumonía causada por mycoplasma (también denominada neumonía atípica) es fácil de detectar debido a que produce dolor de garganta, dolor de cabeza y tos seca constante, además de los síntomas habituales de la neumonía.

En los bebés, la neumonía causada por clamidia puede provocar conjuntivitis (ojos irritados) con enfermedad apenas leve y sin fiebre. Cuando la neumonía se debe a la tos ferina (pertusis), el niño puede tener ataques de tos prolongados, adquirir un color azulado debido a la falta de aire o hacer el clásico sonido de "silbido" al tratar de inspirar.

INCUBACIÓN

     El período de incubación (el plazo entre la exposición y la sensación de malestar) de la neumonía varía según el tipo de virus o bacteria que provoca la infección. Por ejemplo, para el virus sincicial respiratorio, esto demora entre 4 y 6 días; para la influenza, entre 18 y 72 horas.

DURACIÓN

     Con el tratamiento, la mayoría de los tipos de neumonía bacteriana se curan dentro de 1 a 2 semanas. La neumonía viral puede durar más. La neumonía por mycoplasma puede tardar entre 4 y 6 semanas en desaparecer por completo.

CONTAGIO

     Los virus y las bacterias que producen la neumonía son contagiosos y, por lo general, están presentes en las secreciones de la boca o la nariz de una persona infectada. La enfermedad puede propagarse cuando una persona infectada tose o estornuda sobre otras, al compartir vasos y cubiertos y al tocar los pañuelos usados por una persona infectada.

PREVENCIÓN

     Algunos tipos de neumonía pueden prevenirse con vacunas. Los niños generalmente reciben inmunizaciones establecidas contra la Haemophilus influenzae y pertusis (tos ferina) a partir de los 2 meses de edad. (La inmunización contra la pertusis corresponde a la "P" de la Triple, DTaP), Vacuna Antineumococo y Aintiinfluenza.

 Se recomienda especialmente la vacuna contra la gripe (Influenza)  y la Neumococo  para niños con enfermedades crónicas, como trastornos cardíacos o pulmonares crónicos o asma.

Dado que tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves, los bebés prematuros pueden recibir tratamientos que les brindan protección temporaria contra el virus sincicial respiratorio, como la vacuna Palivizumab.

     Los médicos pueden administrar antibióticos profilácticos (que previenen enfermedades) para prevenir la neumonía en los niños que han estado expuestos a una persona con determinados tipos de neumonía, como la Tos ferina. Las personas infectadas por el virus del virus de inmunodeficiencia humano (VIH) pueden recibir antibióticos profilácticos para prevenir la neumonía causada por Pneumocystis carinii.

     Si alguien en su hogar tiene una infección respiratoria o una infección de la garganta, mantenga sus vasos y cubiertos separados de los demás miembros de la familia, y lávese las manos frecuentemente, especialmente si debe manipular los pañuelos usados o sucios.

¿CUÁNDO LLAMAR AL MÉDICO?

     Llame al médico de inmediato si su hijo tiene algunos de los signos y síntomas de la neumonía, pero especialmente si:
tiene dificultad para respirar o su respiración es demasiado rápida
tiene una coloración azulada o grisácea en las uñas de las manos o los labios tiene fiebre de 102 °F (38,9 °C), o de más de 100,4 °F (38 °C) en los bebés de menos de 6 meses

TRATAMIENTO PROFESIONAL

     Los médicos por lo general realizan un diagnóstico de la neumonía después de un examen físico, pero también pueden solicitar una radiografía de tórax, análisis de sangre y ocasionalmente, cultivos bacterianos de la mucosidad eliminada al toser.

     En la mayoría de los casos, la neumonía puede tratarse con antibióticos administrados por la boca en el hogar. El tipo de antibiótico que se use dependerá del tipo de neumonía. En algunos casos, quizá sea necesario tratar a las demás personas que vivan en el hogar con medicamentos para prevenir la enfermedad.
     Tal vez sea necesario hospitalizar a los niños para su tratamiento si tienen neumonía provocada por pertusis u otra neumonía bacteriana que provoque fiebre alta y dificultad respiratoria, o bien, en los siguientes casos:

ü  menores de 2 años
ü  si se necesita oxígeno suplementario
ü  si tienen infecciones pulmonares que puedan haberse propagado al torrente sanguíneo
ü  si tienen enfermedades crónicas o déficit nutricional que afectan el sistema inmunitario
ü  si vomitan tanto que no pueden tomar los medicamentos por boca
ü  si tienen episodios recurrentes de neumonía

TRATAMIENTO EN EL HOGAR

     Si su médico le ha recetado antibióticos para tratar una neumonía bacteriana, administre el medicamento en horario el cronograma y durante el tiempo indicado. De este modo, su hijo podrá recuperarse más rápidamente y se reducirán las probabilidades de que contagie la infección a las demás personas que vivan en el hogar. Para la sibilancia, es probable que el médico le recomiende usar un nebulizador.

     Pregunte al médico antes de utilizar un medicamento para tratar la tos, ya que los supresores de la tos hacen que los pulmones dejen de eliminar la mucosidad, lo cual puede no ser eficaz en algunos tipos de neumonía. No se recomienda el uso de medicamentos de venta libre para la tos o el resfriado para niños menores de 6 años.
     Tome la temperatura de su hijo al menos una vez a la mañana y a la noche y llame al médico si supera los 102 °F (38,9 °C) en un bebé o niño mayor, o si supera los 100,4 °F (38 °C) en un bebé menor de 6 meses.

     Revise los labios y las uñas de las manos de su hijo para asegurarse de que se vean rosados, no azulados ni grisáceos, ya que esto puede ser un signo de que los pulmones no están recibiendo suficiente oxígeno.

                                                      Revisado por: Yamini Durani, MD
                                                    
Fecha de la revisión: mayo de 2011


Las caries en los niños.


      Es natural que como papás nos preocupemos por la salud bucal de nuestros pequeños ya que desde que son bebés, debemos de cuidar sus primeras piezas dentales y encías, así nos podremos asegurar de que conocerán y se acostumbrarán a la sensación de tener limpia la boquita y con ello les iremos creando un hábito de aseo para toda la vida, así que con acciones sencillas podremos evitar la caries en los niños.

     La limpieza de los dientes y la boca en general debe comenzar a los seis meses de edad, así que como papás debemos de organizarnos para limpiarle al bebé la lengua, las encías y las piezas dentales cada vez que los alimentemos, ya sea con leche o las primeras papillas, debemos pasar un paño suave con agua tibia por toda la boca del bebé. Cuando comienzan a brotar las primeras piezas, debemos ir con un odontopediatra para que nos enseñe la técnica correcta para el cepillado de los dientes, que en general deberá hacerse con un cepillo suave dos veces al día y usando pasta dental libre de flúor, pero en una cantidad mínima, equivalente a---un-----grano-----de---arroz.

     También es importante mencionar que si tu bebé usa chupón, no se debe de mojar con miel ni con otro tipo de endulzante porque esto puede generar caries en los niños y no dejen que su hijo duerma con su biberón, ya sea con leche o jugo porque esto puede generarles graves problemas de salud bucal, eso sin contar el grave riesgo de asfixia.

     Los niños deben de empezar a usar el cepillo de dientes cuando tengan dos piezas juntas y la edad en la que pueden cepillarse solos es variable, esto porque dependen plenamente de las habilidades motoras del pequeño, pero los papás debemos irles enseñando a hacerlo para que se acostumbren a mover su manitas y a sentir como se limpian los dientes ellos solitos, por lo que es recomendable llevarlos con nosotros cuando nos vamos a cepillar.

     Para prevenir caries en los niños, debemos acostumbrarlos a que cuando tengan sed, deben de beber agua, así que eviten los jugos, refrescos y otras bebidas endulzadas porque no solo haremos mal a su organismo al dárselas, sino que lastimaremos el esmalte de los dientes y si quieren comer algo, como un refrigerio, la recomendación son frutas frescas o alimentos enteros, de preferencia nada que venga endulzado o azucarado.

     Finalmente las bacterias que provocan estas lesiones en los dientes son muy contagiosas, por lo que el uso del cepillo dental debe de ser personal y los cubiertos usados en los horarios de comida también, porque si alguien que tiene caries los usa y se los da a tu bebé después, le puede hacer un mal al pequeño sin saberlo.



                                                                       Fuente: Guía Mamá y bebé.com

La Tosferina.

 Los primeros 3-4 meses de vida son el período de mayor riesgo de mortalidad por tosferina, dado que hay una mayor probabilidad de desarrollar complicaciones de la enfermedad, fundamentalmente porque la primera dosis de la vacuna se administra a los 2 meses de vida. En Estados Unidos, el 80 % de las muertes se produce en lactantes menores de 3 meses.

¿Cómo puedo proteger a mi bebé hasta que reciba la primera dosis de la vacuna?
La vacunación es la principal medida preventiva para evitar la tosferina. La vacunación de la embarazada, a partir de la semana 27 de gestación, ha demostrado ser la forma más efectiva de proteger al recién nacido, porque la transmisión al feto de anticuerpos (defensas) durante el embarazo, a través de la placenta, le protegerá hasta las primeras dosis de la vacuna que se administran a los 2 y 4 meses de edad.
Se trata de una forma de inmunización que ofrece una doble protección, a la madre y al recién nacido.


¿Qué medidas preventivas se pueden tomar si no se ha vacunado la madre?

Diferentes estudios han demostrado que hasta en el 83 % de los casos la fuente de infección o caso primario de la tosferina en el lactante es una persona que convive en el mismo domicilio, generalmente un miembro de la familia. Por este motivo, tanto si la madre ha recibido la vacuna en las últimas semanas de gestación (la opción más recomendada), como si no lo ha hecho, es aconsejable la vacunación del entorno del bebé, es decir, de todas las personas que tienen contacto con el lactante (padres, hermanos, abuelos...), para que esté protegido hasta que reciba las primeras dosis de la vacuna. Los expertos lo denominan la estrategia del nido y se calcula que puede reducir hasta el 70 % los casos de tosferina en lactantes menores de 3 meses. Para que esta estrategia sea efectiva, la vacunación de los miembros de la familia debe comenzar, al menos, 2 semanas antes del nacimiento del bebé. Países como Australia, Alemania, Francia, Canadá, Suiza y Estados Unidos tienen implementada esta estrategia en sus programas para el control de la tosferina.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda la vacunación del personal sanitario en contacto con lactantes, en especial en maternidades y unidades pediátricas.

¿Cómo afecta la enfermedad a los niños?

La tosferina ataca generalmente a niños y jóvenes, aunque también puede afectar a bebés. De hecho, los menores de 3-4 meses son el grupo más vulnerable, con mayores complicaciones y mortalidad. En España, el 40 % de los afectados son niños menores de un año. Los bebés y los niños pequeños tienen más probabilidades de ser hospitalizados porque tienen más riesgo de desarrollar complicaciones. De hecho, el 70 % de los niños menores de 12 meses necesitan ser hospitalizado cuando contraen la enfermedad y casi todos los menores de 3 meses. Debido a las complicaciones, se estima que cada año fallecen en España en torno a 15 bebés por tosferina, una cifra similar a la de otros países de nuestro entorno.

Importancia de seguir el calendario de vacunaciones

Cuando se vacuna a un niño, no solo se le protege a él, sino que a la vez se está impidiendo que el agente que causa la enfermedad circule en el ambiente, por lo que también se protege a las personas no vacunadas que le rodean. En este sentido, es importante que los padres no olviden la importancia de seguir el calendario de vacunación, pues de ese modo los niños estarán protegidos contra las enfermedades infecciosas, que pueden conllevar complicaciones graves o secuelas y provocar incluso la muerte.

Fuente: En Familia


Infección del tracto urinario

Las infecciones del tracto urinario son frecuentes en la población infantil. En torno a los 5 años, aproximadamente el 8% de las niñas y entre el 1% y el 2% de los niños han padecido por lo menos una. En los niños mayores, este tipo de infecciones cursan con síntomas evidentes como ardor, molestias o dolor al orinar. En los lactantes y niños pequeños, este tipo de infecciones puede ser más difícil de detectar porque los síntomas son menos específicos. De hecho, muchas veces la fiebre es el único síntoma detectable.

La mayoría de estas infecciones están provocadas por bacterias. El tracto urinario está compuesto por los riñones, los uréteres, la vejiga urinaria y la uretra, y cada una de estas partes desempeña una función específica en el proceso de eliminación de los productos de desecho líquidos del cuerpo. Los riñones filtran la sangre y producen la orina; los uréteres llevan la orina de los riñones a la vejiga; y la vejiga almacena la orina hasta que es eliminada del cuerpo a través de la uretra.

La infección puede afectar a cualquier parte del tracto urinario, aunque la parte baja -compuesta por la uretra y la vejiga- suele ser la más afectada. Entonces la infección se denomina cistitis. Cuando la infección se extiende hacia partes más altas del tracto urinario, ascendiendo por los uréteres hasta los riñones, se denomina pielonefritis y generalmente es más grave.

A pesar de que las bacterias no suelen estar presentes en la orina, pueden entrar fácilmente en el tracto urinario desde la piel que rodea el ano (la bacteria intestinal E. coli es la causa más frecuente de las infecciones urinarias). Muchas otras bacterias y algunos virus también pueden provocar este tipo de infecciones.
En contadas ocasiones, las bacterias pueden llegar hasta la vejiga o los riñones a través de la sangre.

Las infecciones del tracto urinario son mucho más frecuentes en las niñas que en los niños, sobre todo durante la etapa en que están aprendiendo a usar el váter, porque en las niñas la uretra es más corta y está más cerca del ano. Los niños menores de 1 año no circuncidados (es decir, a quienes no se les ha extirpado el prepucio del pene) también tienen un riesgo ligeramente más alto de desarrollar este tipo de infecciones. Otros factores de riesgo que incrementan las probabilidades de que un niño desarrolle este tipo de infecciones incluyen:

     - una anomalía en la estructura o función del tracto urinario (por ejemplo, una malformación renal o una obstrucción en algún punto de las vías urinarias)

     - un reflujo anómalo de la orina, que fluye hacia atrás de la vejiga a los uréteres. Este trastorno, denominado reflujo vesicoureteral, está presente desde el nacimiento y lo padecen entre el 30% y el 50% de los niños con infecciones del tracto urinario.

     - hábitos higiénicos y de uso del váter inadecuados

     - el uso de baños de burbujas o jabones que irritan la uretra.

Las infecciones del tracto urinario son fáciles de tratar, pero es importante diagnosticarlas pronto. Una infección no diagnosticada o no tratada puede provocar lesiones renales, sobre todo en niños de menos de 6 años.

Signos y síntomas

Los signos y síntomas de las infecciones del tracto urinario varían en función de la edad del niño y de la parte del tracto urinario afectada. En los lactantes y niños pequeños, los síntomas pueden ser muy generales. El niño puede parecer irritable, perder el apetito o vomitar. A veces el único síntoma es una fiebre aparentemente inexplicable y persistente.

En los niños de más edad y en los adultos, los signos y síntomas pueden indicar qué parte del tracto urinario está infectada. En una infección de vejiga, el niño puede tener:

     - dolor y sensación de ardor o quemazón al orinar
     - mayor urgencia para orinar o micción más frecuente (a pesar de que en muchas ocasiones se elimina muy poca orina en cada micción)
     - fiebre (aunque no siempre está presente)
     - necesidad de levantarse frecuentemente por la noche para orinar· percances nocturnos consistentes en mojar la cama, aunque el niño ya haya aprendido a usar el váter
     - dolor o molestias en la zona lumbar u abdominal, en el área de la vejiga (generalmente debajo del ombligo)
     - orina maloliente que puede tener un aspecto turbio o contener sangre.

Muchos de estos síntomas también están presentes en las infecciones de riñón, pero en estas últimas los niños a menudo parecen más enfermos y es más probable que cursen con fiebre acompañada de tiriteras, dolor en el costado o la espalda, fatiga intensa o vómitos.

Contagio

Las infecciones del tracto urinario de origen bacteriano no son contagiosas.

Prevención

En los lactantes y niños de entre 1 y 3 años, el hecho de cambiarles frecuentemente los pañales puede ayudar a prevenir la proliferación de las bacterias que provocan las infecciones del tracto urinario. Cuando los niños empiezan a utilizar el váter y a limpiarse solos, es importante enseñarles buenos hábitos higiénicos. A las niñas se les debe enseñar que, después de cada deposición, deben limpiarse con el papel higiénico de delante hacia atrás -no de atrás hacia delante- para impedir que los gérmenes procedentes del recto entren en la uretra. A los niños se les debe enseñar a no aguantarse las ganas de orinar porque la orina que permanece en la vejiga proporciona a las bacterias un campo de cultivo idóneo para proliferar.

Las niñas en edad escolar deberían evitar los baños de burbujas y los jabones fuertes e irritantes, y también deberían llevar ropa interior de algodón en vez de braguitas de nylon, porque el algodón no favorece tanto la proliferación bacteriana. Otras formas de reducir el riesgo de infecciones del tracto urinario incluyen beber suficiente líquido y evitar la cafeína, que se ha descrito que irrita la vejiga.

Todo niño a quien le hayan diagnosticado reflujo vesicoureteral deberá seguir el programa de medidas diseñado por el pediatra como prevención de las infecciones del tracto urinario recurrentes.

Duración

La mayoría de las infecciones del tracto urinario se curan en el plazo de una semana con el tratamiento médico adecuado. Las recaídas son frecuentes en los niños que nacen con ciertas anomalías en el tracto urinario, los niños que tienen problemas para vaciar la vejiga (como los que nacen con espina bífida) o los que tienen unos hábitos higiénicos y de uso del váter inadecuados.

Diagnóstico

Tras explorar a su hijo y preguntarle sobre los síntomas que presenta, es posible que el pediatra recoja una muestra de orina para determinar si contiene bacterias e identificar qué bacterias en concreto están provocando la infección. La forma de recoger la muestra dependerá de la edad del niño. En niños mayores, bastará con pedirles que orinen en un recipiente estéril. A los niños más pequeños que todavía lleven pañales habrá que colocarles una bolsa de plástico fijada con cinta adhesiva sobre los genitales para recoger la orina. De todos modos, con este método la orina que entre en contacto con la piel puede contaminarse con las mismas bacterias que están provocando la infección, por lo que se suele preferir utilizar un catéter. En estos casos, se introduce un tubito en la uretra hacia la vejiga para obtener una muestra de orina "limpia".

La muestra de orina se puede utilizar para hacer un análisis de orina (una prueba de evalúa la orina a nivel microscópico en busca de gérmenes o pus) o a un cultivo de orina (en que se deja que proliferen las bacterias en el laboratorio para poderlas identificar). El hecho de saber qué bacterias en concreto han provocado la infección puede ayudar al pediatra a elegir la mejor medicación para tratarla.
La mayoría de los niños que contraen una infección del tracto urinario se recuperan sin problemas, pero en algunos de ellos -especialmente los que eran muy pequeños cuando contrajeron la primera infección o los que contraen infecciones recurrentes- puede ser necesario practicarles pruebas adicionales para descartar posibles anomalías del tracto urinario. Si el pediatra de su hijo sospecha alguna anomalía, probablemente solicitará algunas pruebas especiales, como una ecografía de los riñones y de la vejiga o una radiografía realizada durante la micción (denominada cistouretrografía de evacuación). Estas pruebas, así como otras pruebas de diagnóstico por la imagen, permiten detectar problemas en la estructura o función del tracto urinario. También es posible que remitan a su hijo a un urólogo (un médico especializado en el tracto urinario).

Tratamiento

Las infecciones del tracto urinario se tratan con antibióticos. El tipo de antibiótico utilizado y la duración del tratamiento dependerán del tipo de bacterias que han provocado la infección y de lo grave que sea esta. Tras varios días de tratamiento antibiótico, es posible que el pediatra repita los análisis y/o cultivos de orina para confirmar que ya no hay infección. Es importante asegurarse de que ha desaparecido la infección porque una infección urinaria tratada de forma incompleta puede recurrir o extenderse a otras áreas.

Si su hijo experimenta mucho dolor al orinar, es posible que el pediatra le recete también una medicación que duerme o desensibiliza la mucosa que recubre el interior de las vías urinarias. Esta medicación tiñe temporalmente la orina de color naranja, pero no se preocupe -el color no tiene ninguna importancia.

Adminístrele los antibióticos a su hijo siguiendo al pie de la letra las indicaciones del pediatra y durante la cantidad de días que él le indique. Haga un seguimiento de la frecuencia con que orina su hijo y pregúntele sobre síntomas como dolor, escozor o quemazón durante la micción. Estos síntomas deberían mejorar durante los primeros 2 a 3 días de tratamiento.

Póngale el termómetro a su hijo una vez por la mañana y otra por la tarde y llame al pediatra si tiene más de 38º C o, en caso de ser un lactante, más de 37,8º C por vía rectal. Insita a su hijo para que beba abundante líquido, pero evite darle bebidas que contengan cafeína, como los refrescos de cola o el té con hielo.

Los niños con cistitis simple se suelen tratar en casa con antibióticos administrados por vía oral. De todos modos, los niños con una infección más grave pueden requerir tratamiento hospitalario a base de antibióticos inyectados o administrados por vía intravenosa. Un niño deberá ser hospitalizado debido a una infección del tracto urinario si:

     - tiene fiebre alta, parece muy enfermo o es probable que la infección haya afectado al riñón
     - se trata de un lactante que todavía no ha cumplido los 6 meses
     - las bacterias procedentes del tracto urinario se pueden haber extendido a la sangre
     - está deshidratado (tiene un nivel de fluidos corporales inferior al normal) o está vomitando y no puede ingerir líquidos o medicamentos por boca.

Los niños diagnosticados con reflujo vesicoureteral, deben ser objeto de un atento seguimiento por parte del pediatra. Aunque muchos niños acaban superando el reflujo vesicoureteral con la edad, el tratamiento de esta afección sigue siendo necesario para reducir el riesgo de infecciones urinarias recurrentes y prevenir posibles lesiones renales a largo plazo. El tratamiento puede incluir medicamentos o, menos habitualmente, procedimientos quirúrgicos.

Cuándo llamar al pediatra

Llame inmediatamente al pediatra si su hijo tiene una fiebre inexplicable acompañada de escalofríos, sobre todo si también se asocia a dolor de espalda o cualquier tipo de molestia durante la micción.

Llame también al pediatra si su hijo presenta cualquiera de los siguientes síntomas:

     - orina más frecuentemente de lo habitual u orina frecuentemente por la noche
     - su orina es maloliente, sanguinolenta o descolorida
     - tiene dolor lumbar o abdominal (especialmente debajo del ombligo)
     - todavía es un lactante y tiene una fiebre de 37,8º C o superior (por vía rectal); o es un niño y tiene más de 38º C de fiebre.

Si su hijo es todavía un lactante, llame al pediatra si tiene fiebre, pierde el apetito, vomita repetidamente o parece más irritable de lo habitual.

Fuente: KidsHealt
Revisado por: T. Ernesto Figueroa, MD
Fecha de la revisión: enero de 2012


Hernia umbilical.


      La Hernia umbilical en el bebé ¿Es grave la hernia umbilical en los bebés? ¿Hay que operar la hernia umbilical del bebé?

     Cuando los padres observan que el bebé tiene un bulto que le sale del ombligo, lo más probable es que se trate de una hernia umbilical, uno de cada diez recién nacidos, según los datos de la Asociación Española de Pediatría.

     La hernia umbilical se suele ver inmediatamente o a las pocas semanas de nacer. Tiene su origen en el cordón umbilical.

El cordón umbilical es la unión entre el feto y la madre durante el embarazo y es por donde pasan los vasos sanguíneos que transportan los alimentos  y el oxígeno que el feto necesita para su crecimiento y desarrollo.

     Después del nacimiento, los músculos de la pared abdominal del bebé, que rodean el cordón umbilical, se van uniendo hasta cerrar el paso por completo. Cuando esta unión muscular no se produce, los intestinos pueden pasar libremente desde la cavidad abdominal hacia afuera, a través del ombligo, dando lugar a la llamada hernia umbilical.


     La hernia umbilical se manifiesta como un bulto en el abdomen en el área umbilical. Este bulto o hernia suele aumentar de tamaño con el esfuerzo, cuando el bebé llora o tose, debido a que el aumento de presión dentro del abdomen impulsa los intestinos de dentro de la cavidad abdominal hacia fuera introduciéndose en el saco de la hernia.

¿QUÉ SÍNTOMAS PUEDE TENER EL BEBÉ CON UNA HERNIA UMBILICAL?

Muchos padres creen que el niño llora porque le duele. Esto no es así pues las hernias umbilicales no producen nunca dolor y no representan ningún riesgo para el bebé. El único síntoma es el bulto que los papás y demás familiares ven y comentan.

¿CÓMO SE TRATAN LAS HERNIAS UMBILICALES?

     La mayoría se cierran espontáneamente, antes de los 4 años de edad, sin ningún tipo de tratamiento. Solo un pequeño porcentaje de ellas persiste.

Es entonces cuando el pediatra decide si debe remitirlo al Cirujano Infantil para su cierre con cirugía con una intervención sencilla.

En el caso de las niñas la persistencia de la hernia siempre será una indicación quirúrgica debido a que la hernia puede aumentar y dar complicaciones en sus posibles futuros embarazos.

                                                                               Tu Pediatra Online
Nuestra dirección de email es:
   info@tupediatraonline.com

       Copyright © *|2015|* *|Online Medicus S.L|*, Todos los derechos reservados.